Manuel Matos Moquete: “Estoy harto que se conmemoren las fechas»
El brillante escritor dominicano Manuel Matos Moquete (Tamayo, 1944), conocido como José Antonio en su natal Tamayo, recuerda los días en que él y sus hermanos empuñaron las armas en abril de 1965. Hoy, 60 años después, el sobreviviente de aquella guerra urbana lleva el peso de una doble pérdida: dos de sus hermanos fueron desaparecidos, y nunca se han encontrado sus restos. Ni su madre pudo enterrarlos.
“Éramos cuatro: Rafael, que le decían Fellito un estudiante de agronomía; Domingo, apodado Ciro, cursaba tercer año de medicina; Plinio y yo”, cuenta Matos Moquete. “Todos estuvimos en la guerra”. De los cuatro, solo él y Plinio sobrevivieron. Rafael y Domingo fueron asesinados o desaparecidos en medio del conflicto. “Mi madre, Rita Emilia Moquete, pasó el resto de su vida buscando sus cuerpos, sin encontrarlos nunca”.
Durante años, la señora Moquete recorrió cementerios, pueblos e iglesias, buscando señales que pudieran conducirla a sus hijos. “Siempre tuvo la esperanza de que un día aparecerían. Y como ella, hay cientos de familias dominicanas”, dice el escritor.
Matos Moquete se basa en estudios académicos para señalar que se trata de más de cinco mil de personas murieron durante la Revolución de Abril y desaparecieron. Y no hay distinción entre constitucionalistas o no. Fueron dominicanos. La mayoría, asegura, no eran combatientes ni militares, sino civiles atrapados en una guerra urbana.
“Una sociedad no puede ser libre con tantas sombras. No es un asunto privado. Es un asunto del país”, reclama Matos Moquete.
Cada abril, el país recuerda la Revolución, pero a juicio de Matos Moquete, lo hace mal. “Estoy harto de que se conmemoren los aniversarios sin hablar de los muertos, de las víctimas, de los desaparecidos. Solo se recuerda a los héroes, y eso es incompleto”.
La memoria, insiste, no puede ser selectiva. “Un país no puede vivir donde las víctimas se abandonan”, advierte.
Recordó que “en España, después del franquismo, empezaron a buscar las fosas comunes. En Chile, en Colombia, en México, también. Aquí, no. Aquí se cree que cada familia tiene que hacer su duelo sola. Pero no. Cuando hay un conflicto de Estado, el duelo también es del Estado”.
La leyenda de Plinio
El otro sobreviviente fue Plinio Matos Moquete, protagonista del libro Plinio, los años terribles, que será presentado el 7 de mayo en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). La historia de Plinio también es la de un desaparecido, pero de uno que huyó de la persecución política.
Herido de mortero durante la llamada “Operación Limpieza”, Plinio fue dado por muerto y trasladado en una ambulancia.
“En el hospital le decían que los militares iban cama por cama a buscar a los heridos para rematarlos. Entonces, saltó por una ventana y huyó”. Pasaron entre 15 y 20 días antes de que su familia supiera que estaba vivo.
Pondrá en circulación el 7 de mayo un libro sobre Plinio. (DIARIO LIBRE/NELSON PULIDO)
Lo peor vendría después: durante siete de los 12 años de Balaguer vivió en la clandestinidad, perseguido por todas las fuerzas del orden. “Fue una persecución sistemática”, explica Manuel. “No lo querían juzgar, lo querían controlar, silenciar, exiliar”.
Ese acoso constante cimentó la leyenda. “Plinio fue acusado de todo, perseguido por todos”, relata. El libro que Matos Moquete dedica a su hermano reconstruye esos años de incertidumbre.
“No era que Plinio cometía delitos, era que Balaguer no quería adversarios libres. Lo prefería en la cárcel o en el exilio. Y si el exilio era una opción, a veces era peor que la prisión. Un exiliado pierde todo: vigencia, recursos, arraigo, contacto con la realidad”, dijo.
Él mismo fue exiliado y encarcelado. “Sé lo que es sentirse desarraigado, extranjero, invisible. Por eso, cuando veo emigrantes en cualquier parte, los respeto. Porque he vivido su dolor”.
Forjado en la adversidad
A los 17 años, Matos Moquete ya estaba en el fragor de la lucha política. “Había una madurez distinta. Desde niños teníamos responsabilidades. Yo ordeñaba vacas, vendía leche, iba a la escuela. Los jóvenes de entonces se formaban en el hogar, en la escuela y con trabajo”.
Esa formación temprana se conjugó con un contexto represivo, de la dictadura de Trujillo, que impulsaba a los jóvenes a tomar partido. “Después de Trujillo, el país estaba vacío. No había instituciones, ni libertades. Todo había que construirlo. Por eso digo que fuimos la generación de la libertad”.
Esa juventud organizó sindicatos, creó empresas, creó periódicos, fundó partidos. “Todo fue una creación desde cero. Incluso las universidades. Todo se hizo desde la conciencia de que el país necesitaba construirse”.
Para Matos Moquete, el tema no es solo histórico. Es profundamente humano. “Todo ser humano tiene derecho a enterrar a sus muertos. A llorarlos. A rendirles tributo según su rito, su religión, su costumbre. Pero en este país hay muertos que nunca tuvieron tumba. Fueron echados en fosas comunes como si fueran perros”.
Y añade: “Eso no es un asunto privado. No se puede decir que los desaparecidos son cosas de cada familia. Son cosas del país. Y es el Estado quien debe buscar, identificar, devolver esos cuerpos, o al menos reconocerlos”.
En su reciente intervención ante la UASD, Matos Moquete pidió que la universidad y el Estado asuman una tarea pendiente: “Hay que investigar científicamente las fosas comunes de la Guerra de Abril. Hay que buscar a los desaparecidos. Y hay que nombrarlos. Porque sin eso, no hay justicia. Sin eso, no hay país”.