Los nuevos destacamentos policiales
Los nuevos destacamentos de la Policía Nacional presentan avances en comparación con sus versiones tradicionales. Sin embargo, en la práctica, ya enfrentan sus primeros desafíos.
A simple vista, los recintos cuentan con estructuras más modernas, distribución funcional, digitalización de procesos y áreas de monitoreo con tecnología avanzada que marcan un cambio que comienza hacerse evidente, así como se evidencian algunas fallas operativas.
Entre estos destacamento figura el de Las Cañitas que cuenta con una estructura remozada, estacionamiento, iluminación externa, verja perimetral y sistema de cámaras, pero estas últimas no funcionan.
Además, según fuentes de Diario Libre las cárceles dentro del recinto todavía no están operando, y el número de agentes en servicio es visiblemente reducido.
Operación
En contraste, el destacamento C-3, que no fue parte del proceso de remozamiento estructural, ha logrado incorporar herramientas clave de la transformación digital impulsada por la reforma.
Siendo una de las centrales del Distrito Nacional, este cuartel opera con cámaras de videovigilancia, el sistema de depuración automatizado Debi Light —integrado a la flota inteligente— y armamento no letal como el Taser 7.
Así también se encuentra el recinto C7 de Ensanche Luperón, integrado dentro del nuevo esquema.
Supervisión
Según explicó un uniformado estas innovaciones están orientadas para supervisar el trabajo en calle, con cámaras que permiten monitorear en tiempo real a las patrullas y evitar cualquier abuso tanto ciudadano como policial.
Además, un sistema de depuración les permite identificar a las personas mediante reconocimiento facial, y verificar antecedentes penales, armas registradas o vínculos con investigaciones abiertas, facilitando la coordinación operativa de la Policía.
En algunas de las instalaciones sin remodelar persisten fallas significativas. Esto ocurre, especialmente, en lo estético y las condiciones de salubridad.
En el destacamento de Naco, por ejemplo, el fuerte hedor proveniente de las cárceles donde se encuentran los detenidos evidencia las condiciones precarias que aún no han sido superadas.