30 de mayo de 1961: Lo que queda del trujillismo
A más de seis décadas del fin de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo (1930-1961), la República Dominicana sigue cargando con las huellas visibles e invisibles de uno de los regímenes más prolongados y represivos de América Latina.
Llegó al poder el 16 de agosto de 1930, apoyado por una coalición de partidos. Luego de lograr este objetivo, Trujillo consideró necesario constituir un partido lo suficientemente grande para no necesitar a ningún otro en las próximas campañas electorales.
Así surgió el Partido Dominicano, al cual tuvo que afiliarse todo ciudadano. Su primera sede estaba ubicada en la avenida George Washington, en lo que es hoy la sede del Ministerio de Cultura.
Aunque el magnicidio se produjo en 1961, lo que marcó el inicio del camino hacia la democracia, numerosos elementos de su legado aún persisten, tanto en la infraestructura física como en las costumbres, el comportamiento social y en las estructuras del poder.
Trujillo llevó a cabo una ambiciosa agenda de modernización del país, motivada por un deseo de progreso como por su necesidad de propaganda personal. Muchas obras construidas en su época aún forman parte del paisaje urbano dominicano.
Palacio Nacional, inaugurado en 1947 durante la dictadura. (DIARIO LIBRE / EDDY VITTINI)
Entre las más emblemáticas se encuentra el Palacio Nacional, inaugurado en 1947 como sede del Poder Ejecutivo. El Centro de los Héroes (antiguamente Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre), complejo gubernamental edificado en 1955, sigue funcionando como centro administrativo del Estado.
También se conservan el Obelisco Macho en el Malecón de Santo Domingo, construido en 1936, y el Monumento a los Héroes de la Restauración en Santiago, originalmente dedicado a la “Paz de Trujillo”. Otras edificaciones notables son el Palacio de Bellas Artes y el Ministerio de Educación.
Monumento a los Héroes de la Restauración en Santiago. (ARCHIVO)
En su proyecto de modernización vial, Trujillo construyó el puente Duarte, inaugurado en 1955. Fue el primero en unir Santo Domingo con su parte oriental. La obra se convirtió en un símbolo de modernidad para la capital.
Costumbres y cultura
Más allá de las construcciones físicas, la dictadura dejó una marca significativa en la cultura política y en el comportamiento social dominicano.
Durante ese período, se implementaron mecanismos de control social como la censura, la limitación de la expresión pública y la promoción del culto al dictador.
Esta última consistía en la exaltación constante de la figura de Trujillo como símbolo del poder. Aunque su presencia fue disminuyendo con el tiempo, tanto el expresidente Danilo Medina como el actual Luis Abinader desincentivaron la práctica de colocar la fotografía del gobernante en las oficinas públicas.
La preservación de símbolos patrios en espacios públicos, el uso de la bandera, el escudo y el himno nacional se promovió de manera intensiva durante el régimen. En la actualidad, estas prácticas continúan presentes en instituciones públicas, centros educativos y actos conmemorativos.
El tradicional desfile militar y policial, celebrado el Día de la Independencia (27 de febrero) frente al presidente de la República, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, fue institucionalizado en esa era, como instrumento para demostrar la fuerza del Estado y promover una narrativa de orden y disciplina.
Existe una ley que prohíbe alabanzas a Trujillo y su dictadura, la 58-80 de 1962, que establece lo siguiente: “Toda persona que alabe o exalte a los Trujillo o su régimen tiránico, en alta voz, o por medio de gritos, discursos, escritos públicos o epistolares, dibujos, impresos, grabados, pinturas o emblemas, se considerará y juzgará como autor del delito contra la paz y la seguridad pública y será castigada con prisión de diez días a un año o multa de diez a quinientos pesos oro, o con ambas penas a la vez”.