Benito Taibo: Los niños deben leer lo que se les da la gana

Posted by
Category:

La “hoja de servicios” de Benito Taibo es tan extensa como la de los premios recibidos. Escritor, poeta, periodista, divulgador, promotor de lectura… PIensen o inventen un oficio que tenga que ver con la comunicación y el idioma y seguro que él ya lo ha desempeñado. También –entre proyectos propios y viajes- dirige la radio de la UNAM, la prestigiosa universidad mexicana.

Visitará el país en junio e impartirá dos talleres de promoción de lectura a docentes, en Santo Domingo y Santiago, en el marco del Festival Mar de Palabras. Son 25 años y más de 800 conferencias invitando a leer.

—Promotor de lectura. ¿Descubrió o inventó el oficio?

Ya existía, jeje… Es utilizar todas las armas y herramientas que me ha dado tantos años de ser lector para compartir el viaje, el tesoro… la llave del cofre del tesoro

«Empieces por donde empieces… todos los caminos acaban en Julio Cortázar»

—¿Se lee menos que nunca o se lee más que nunca?

Yo estoy convencido que se lee mucho más de lo que se desprende de las encuestas y que son los jóvenes los que están leyendo más. Ha sido una tarea realizada entre profesores, animadores de lectura o promotores, los propios escritores, maestros y padres. 

—¿Cuándo y cómo los jóvenes se subieron al barco?

Ha sido un camino largo, un poco tortuoso, pero tiene un par de puntos de inflexión interesantísimos. Primero, en 2010, cuando surgieron los llamados booktubers, chicos jovencísimos que se ponían frente al móvil y decían “me llamo tal y yo leí Crimen y Castigo y quiero contarles por qué”. Establecieron una relación distinta con los posibles lectores que estaban del otro lado de su pantalla. Un dato: de cada 10 jóvenes que leen, 7 son mujeres y 3 son hombres.

—Les hablaba un igual, no un profesor…

De entrada no existía la obligatoriedad de leer, sino el puro placer. La obligatoriedad ha matado a generaciones de lectores. El Quijote, La Ilíada y La Odisea han logrado espantar a muchos… Creo que nos los daban a leer demasiado pronto. 

—¿Leer requiere haber leído?

La comprensión lectora parte de la lectura, o sea, de los años que vas leyendo y cómo te vas a ti mismo haciendo lector y haciendo que aquellos textos que buscas cada vez se te revelen de una manera distinta. 

«El libro mutará, se volverá obra de teatro, cine, lectura dramatizada, lectura en voz alta, baile… pero los libros son para siempre porque las cosas perfectas son para siempre»

—En su niñez no existían booktoubers… ¿quién le llevó a leer?

Yo tuve la enorme fortuna de que un día a los 12 años caí con hepatitis. Y fue el momento en que me convertí lector. Pasó un mes y medio en cama y mi padre fue poniendo libros junto a mi mesita sin premeditación. Es el mejor sistema de comenzar a la lectura, dejar que los libros estén cerca de las personas, aunque suene bíblico.

—¿Existe un método Taibo?

Sí: existe un método basado en el principio de los alcohólicos anónimos. Es contar tu historia para que los otros se vean reflejados en ella. Los alcohólicos anónimos se levantan, dicen quiénes son y cuentan su propia historia. Partiendo del principio básico de la otredad, la gente se ve reflejada en tu propia historia y generalmente se acerca y toca el libro, que es el primer paso, ese que rompe el maleficio.

—Dice en algunas entrevistas que “leer es la última resistencia”

Es una manera de resistir, es la mejor manera de resistir. Y además en medio de todo esto nos tocó la pandemia y el libro y las lecturas se convirtieron en tablas de salvación frente a ese naufragio. 

—Hablaba antes de dos puntos de inflexión. Los booktubers en 2010… ¿y?

Diez años después, en 2020, aparecieron los clubes de lectura masivos provocados por la pandemia. Y cuando hablo de masivos hablo de clubes de lectura de 600, 700 personas organizados generalmente en México. Había un montón de gente de otros países, de todo el continente americano, de España, hispanoahablantes de Estados Unidos. Fue muy impresionante y siguen funcionando espectacularmente bien. 

«Mi papá decía: ‘A los niños no hay que educarlos, hay que quererlos’. Creo que es un gran sistema de aprendizaje»

—¿Cuánto importa la escuela? 

Importa mucho la escuela. El problema -por lo menos en mi generación y en un par de generaciones posteriores a mí- fue que las bibliotecas eran consideradas lugares de castigo: “Pepito, le levantaste la falda a Luisa, se va usted a la biblioteca”. Y entonces el niño se iba castigado sin saber que estaba rodeado por el universo, por la pasión, la emoción, el misterio, la aventura. 

—¿Qué deben leer los niños?

Los chicos deben leer lo que les da la gana, porque cuando están leyendo, no están solamente leyendo esas moscas que se convierten en palabras, que se convierten en párrafos, bla, bla, bla… Están leyendo su mundo, están leyendo su alrededor, están leyendo sus sentimientos, están leyendo lo que miran. Y somos los escritores, los promotores de lectura, los periodistas, toda esta pléyade que estamos alrededor de la cadena de libros los que tenemos que aprender a leer con sus ojos.

—¿Los clásicos infantiles y juveniles “han envejecido” bien? Salgari, Verne, Karl May…

Hoy existen los nuevos clásicos: Harry Potter, Cazadores de Hombres… Esos clásicos primeros… tal vez la forma de contar haya quedado un poco lenta. Hoy están acostumbrados a la trepidante acción de las películas y del TikTok. Pero, híjole, cuando le coges el tranquillo, el paso, descubres que hay un montón de cosas buenas que te sirven para la vida. Yo digo que en la ficción se encuentran las armas y las herramientas para que un adolescente enfrente a los monstruos de la realidad.

Profesores lectores

https://resources.diariolibre.com/images/2025/05/18/imagen-imelda-653e5bd7.jpg

Imelda Martorell es coordinadora de fomento a la lectura de la Universidad Nacional Autónoma de México. Fue durante 14 años directora de la Feria internacional del Libro Infantil y Juvenil impartirá los talleres para docentes junto a Taibo. (FUENTE EXTERNA)

—¿Ha leído Harry Potter?

A Harry Potter sí, y lo pasé maravillosamente bien leyendo a Harry Potter. Luego apareció algo terrible que se llamaba Crepúsculo. Yo tengo la teoría de que los hombres-lobo no pueden ser lampiños. O sea, hay una contradicción inherente en ello. Pero… lo importante es empezar. Yo siempre digo que empieces por donde empieces, todos los caminos acaban en Julio Cortázar.

—¿Debería volver a las escuelas los dictados obligatorios, recitar poesía…? 

Yo propongo que nada sea obligatorio. El placer de la lectura se mata con la obligatoriedad. En lo que sí estoy de acuerdo es en que se lea en voz alta. La poesía del Siglo de Oro y luego la poesía de la Generación del 27 entraron a mí por la vía del oído, en la mesa de mi familia, donde se leía, donde se decía poesía en voz alta. Porque entra por el oído y pega en el alma y luego la buscas para encontrarte en ella como este espejo benefactor que te hace ser, que te hace elegir caminos nuevos. 

«Lo pasé maravillosamente bien leyendo a Harry Potter. Luego apareció algo terrible que se llamaba Crepúsculo»

—No corren los mejores tiempos para la poesía…

¿Para qué sirve la poesía?, le preguntaron un día a Jorge Luis Borges y contestó algo bien bonito. Le contestó, “señor mío, ¿para qué sirven los amaneceres?” Yo siempre utilizo esta paráfrasis para decir eso, que la poesía no sirve para nada, pero sirve para ayudar al futuro. 

—La utilidad de lo inútil. 

Por supuesto: para Borges lo más importante era lo menos importante, aparentemente.

—Es director de la radio de la UNAM desde hace ocho años. Se decía que el libro iba a desaparecer y que la radio iba a morir con las nuevas tecnologías. Pero están más fuertes que nunca… 

Humberto Eco, en un maravilloso libro sostiene una conversación con Jean-Claude Carrière, que era el guionista francés de las películas de Buñuel. Habla del libro y lo compara con una cuchara, me gusta mucho el juego que hace. Eco dice que la cuchara puede ser de plástico, de jade, de bronce, tener un led que se ilumine y diga “bienvenido a tu sopa de espárrago”, de papel, de oro, de lo que quieras… pero su esencia siempre será la misma, es una cuchara. El libro mutará, se volverá obra de teatro, cine, lectura dramatizada, lectura en voz alta, baile, y los libros son para siempre porque las cosas perfectas son para siempre.

«Entre El Quijote, La Ilíada y La Odisea han logrado espantar a muchos… Yo creo que nos los daban a leer demasiado pronto»

—¿Los talleres con los profesores son más difíciles que con los jóvenes? 

No, no, porque están preocupados porque han perdido un montón de la atención de esos adolescentes llenos de hormonas que no les hacen ni puñetero caso. Necesitan, quieren  encontrar sistemas. Pero muchos maestros no aprendieron a leer por placer, sino por obligación. Y entonces convirtieron la lectura en una obligación en sus vidas. Es cierto que tiene parte de un hábito, pero es el hábito más gratificante que existe en el mundo y que además no da cáncer de pulmón, ni de hígado, ni cirrosis hepática.

—¿Por donde empezar?

Primero, hacer que los profesores sean lectores, eso es la parte importante. No puedes tener un profesor de literatura que no sea un lector, porque, como diría mi madre, “se les ve el plumero muy rápidamente”. Y otra parte que creo que es importantísima tiene que ver con la educación. Mi padre decía una frase que tengo en el alma y en la cabeza siempre. Mi papá decía que “a los niños no hay que educarlos, hay que quererlos”. Yo creo que es un gran sistema de aprendizaje. Si quieres a ese al que le estás intentando transmitir emociones, pasiones, conocimiento, será mucho más fácil, sin duda. 

«En la ficción se encuentran las armas y las herramientas para que un adolescente enfrente a los monstruos de la realidad»

—¿Cuántos cursos de ventaja le lleva un niño lector a un no lector? 

Muchos, todos. Le lleva la vida de ventaja, le lleva varios universos de ventaja. Cuando yo regreso a la escuela después de esa hepatitis, sabía más geografía que el resto de compañeros gracias a Verne y Salgari. Aprendí por interpuesta persona, no por el pomposo aprender, sino aprehender con H en medio. Sabía dónde estaba Sumatra, los tamiles, las planicies africanas por las que volaban en el globo, etcétera, etcétera. 

—Se creyó que la tecnología venía a cerrar la brecha social y económica, pero eso no ha pasado. ¿Las próximas élites serán las élites lectoras?

Uhmmmm…  es que siempre ha sido así de alguna manera. Pero estamos rodeados de nuevos salvajes que son élite. Son élite porque están en la parte más alta de la cadena alimenticia. Yo no me imagino al presidente de los Estados Unidos leyendo un libro. No me entra en la cabeza. No creo que lo haga.

«Los libros no cambian el mundo, pero tienen la enorme capacidad de cambiar a esos chicos jóvenes que pueden cambiar el mundo»

—Se denunció que presidente de gobierno de España plagió su tesis. 

Aquí en México también tenemos una ministra que la plagió. Y no pienso que Bukele lea Mujercitas

—Se lo pierde, debería.

Claro que debería. A ver… los libros no cambian el mundo, pero tienen la enorme capacidad de cambiar a esos chicos jóvenes que pueden cambiar el mundo. Aunque sea una frase hecha, aplica. Ahora bien, un libro no cambia a una persona. Un asesino serial no se volverá a la mejor persona si lee Rayuela

—¿Su obra preferida?

Tengo un montón de novelas especiales. Por épocas. Tal vez alguien que me abrió los ojos, que me hizo decidir quién sería yo y que forjó mi educación sentimental, fue un escritor armenio-estadounidensellamado William Saroyan. Ya no se publica, lamentabilísimamente, porque tiene un libro precioso que se llama “Tú estás loco, papá”. Es uno de mis libros preferidos.

Deja una respuesta

Este sitio web utiliza cookies y solicita sus datos personales para mejorar su experiencia de navegación.