Cónclave, un ceremonial para escoger al nuevo papa
Cónclave, del latín ‘cum’ (con) y ‘clavis’ (llave), es el nombre de la asamblea constituida para la elección de papa, aunque el término puede aplicarse también al lugar donde se realizan las asambleas.
Cuando fallece el Papa y se produce la vacante de la sede apostólica, rige el principio de ‘nihil innovetur‘ (que no se innove nada), y el gobierno de la iglesia queda en manos del Colegio de los Cardenales, a los que corresponde la elección del pontífice.
En el cónclave no participan los cardenales que han cumplido 80 años el día en el que se abre la sede vacante. Sin embargo, los prelados octogenarios pueden participar en las reuniones preparatorias (congregaciones) y pueden ser elegidos papa.
El cónclave se reúne dentro del territorio de la Ciudad del Vaticano y la práctica indica la Capilla Sixtina como lugar habitual.
Santa Marta, una residencia inaccesible
Desde 1996, los prelados se alojan en el edificio llamado ‘Domus Sanctae Marthae‘ o residencia Santa Marta, mandado construir por Juan Pablo II en el interior de la Ciudad del Vaticano.
Cuenta con 120 habitaciones, que se asignan por sorteo, y 20 salones. A este edificio queda prohibida la entrada a toda persona ajena al cónclave.
El aislamiento de los electores es total y para ellos rigen las estrictas normas del secreto. Les queda prohibido mantener conversaciones telefónicas o correspondencia con el exterior, y los teléfonos celulares y la televisión están prohibidos en estos días.
El inicio del cónclave
Aunque la Constitución apostólica Universi Dominici Gregis de 1996 prevé el inicio del cónclave para la elección de papa, “en el decimoquinto día desde la muerte del pontífice” (6 de mayo) o no más allá del vigésimo (11 de mayo), este se puede adelantar a raíz de las modificaciones introducidas por Benedicto XVI en 2013, que estable la posibilidad de adelantarlo cuando todos los cardenales estén en Roma, sin más dilación.
Determinado el plazo, los cardenales se reúnen en la Basílica de San Pedro y celebran la Misa votiva ‘Pro eligendo Papa‘. Posteriormente se dirigen en procesión a la Capilla Sixtina y allí emiten solemne juramento.
El sucesor de Francisco saldrá del denominado cónclave, un estricto ceremonial donde más de un centenar de cardenales elegirán al papa número 267 de la Iglesia católica. (EFE/MICHAEL KAPPELER)
La fórmula del escrutinio
La Constitución de 1996 establece la fórmula del escrutinio como la única válida para la elección de pontífice. Para elegir al sucesor de Francisco es necesario obtener la mayoría de los dos tercios de los votos de los cardenales electores en todos los escrutinios.
El primer día se hace una sola votación de tanteo y en las siguientes jornadas se votará dos veces por la mañana y dos por la tarde.
Los cardenales electores
Actualmente hay 133 cardenales electores (tras dos ausencias por enfermedad) de 71 países, por lo que se necesitan 88 votos entre los cardenales para ser elegido el nuevo papa. Será el cónclave más numeroso de los últimos tiempos.
Durante su papado, Francisco ha nombrado a 110 de estos cardenales (el 80 por ciento) que elegirán a su sucesor: 53 serán europeos (no asistirán por enfermedad el español Antonio Cañizares y el bosnio Vinko Puljic por lo que serán 51), 37 americanos, 23 asiáticos, 18 africanos y 4 de Oceanía.
La Constitución de 1996 dispone que se vote en papeletas y fija, con normas precisas, que está prohibido a los electores revelar a cualquier otra persona noticias sobre las votaciones, antes, durante y después de la designación del nuevo pontífice.
Imagen del 13 de marzo de 2013, tras la elección de Jorge Mario Bergoglio como papa, saludando a los fieles desde el balcón del Vaticano (EFE/EPA/VALDRIN XHEMAJ)
La duración de los cónclaves para la elección de papa ha oscilado desde unas horas hasta más de dos años. Jorge Mario Bergoglio fue elegido en el segundo día de un cónclave formado por 115 cardenales y al quinto escrutinio.
“La fumata”
Después de cada elección se queman las papeletas. En este sentido, la tradición indica que los cardenales provoquen con paja seca, húmeda o con un aditivo químico que el humo sea negro, si no se ha elegido papa, o blanco si la votación ha dado como resultado la elección del nuevo romano pontífice: es la conocida ‘fumata negra o fumata blanca’. Con el humo blanco de la chimenea, sonarán al mismo tiempo las seis campanas de San Pedro en señal de celebración.
Vista de humo blanco que anunciaba la elección del papa Francisco I, de 76 años, en la Capilla Sixtina, en El Vaticano el 13 de marzo de 2013. (EFE/VALDRIN XHEMAJ)
Una vez que el elegido “acepta su elección canónica” como sumo pontífice, el cardenal Protodiácono, Dominique Mamberti, anunciará desde el balcón de la Basílica vaticana la elección del nuevo papa con la tradicional fórmula: ‘Nuntio vobis gaudium mágnum: ¡Habemus Papam!’ y el nuevo romano pontífice imparte la bendición ‘Urbi et Orbi’.
La elección del nombre. El nuevo pontífice adopta el nombre con el que va a reinar, bien el del papa que lo creó cardenal, el de un santo por el que siente una devoción particular o bien el de un predecesor de cuya familia espiritual se reconoce a sí mismo.
Acto de “adoración”
Vestido con una sotana blanca a la que añade la faja y el solideo de moaré blanco, el roquete de encaje y la muceta (esclavina que cubre el pecho y la espalda) de moaré rojo, el nuevo papa volverá a la Capilla Sixtina y en el trono que ocupaba como elector se procede al acto de ‘adoración‘.
Posteriormente, el cardenal Camarlengo, el irlandés Kevin Farrell, pondrá en el dedo del papa el ‘anillo del Pescador’, distintivo del ejercicio de autoridad -se romperá a su muerte- y el nuevo pontífice se presentará ante la gente que se encuentra en la Plaza de San Pedro.