Familiares rescatan menor desaparecida: la tenían drogada y sin comer

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El día que José Peña Peguero (nombre ficticio para proteger la identidad de la víctima) y su esposa recuperaron a su hija, no fue gracias a la Policía, sino producto de su desesperación, instinto y al riesgo que, como padres, decidieron correr cuando las autoridades, atadas a los trámites burocráticos, no actuaron con la urgencia que el caso merecía.

“Nosotros la recuperamos el día de ayer (viernes 25 de abril). La tenían en una casa secuestrada y la Policía prácticamente no hizo nada”, señaló Peña Peguero.

Todo empezó cuando la menor, de 16 años de edad, salió de casa la noche del domingo 31 de marzo sin que sus padres se dieran cuenta. Al principio, pensaron que podría haber salido a caminar, como otras veces. Pero las horas pasaron, la noche cayó, y el miedo fue tomando forma.

La joven, residente en el sector Nueva Jerusalén, en el municipio Santo Domingo Este, fue vista por última ese domingo, cuando se activó la búsqueda por parte de sus familiares, quienes solicitaron la colaboración de la ciudadanía y los medios de comunicación.

Salieron a buscarla por las calles, sin éxito. Fue entonces cuando acudieron a la Policía para reportar la desaparición. La respuesta, fría y formal: había que esperar procesos, papeles, órdenes, según Peña Peguero, quien aseguró que, mientras tanto, en algún rincón, su hijastra, de 16 años, estaba atrapada en una pesadilla.

Tras ser rescatada, la menor narró a sus padres que la mantenían drogada, sin acceso a un teléfono, sin alimentos, y forzada a acostarse con hombres a cambio de un plato de comida. Todo, bajo el control de una red de explotación manejada por otra menor embarazada que reclutaba jovencitas vulnerables, según contó.

“La cabecilla de eso también es otra menor que está embarazada. Ella se encarga de de reclutar otras menores para prostituirla. Ponerla a vivir con más hombres en ese lugar y cobrar dinero por eso”, dijo el padrastro lleno de impotencia.

La salvación llegó no por los canales oficiales, sino por el miedo que causó la presión a través de las redes sociales.

Tras difundir el anuncio de que la menor estaba desaparecida, un hombre les contactó y les informó que había visto a la menor. Hizo énfasis en que estaba ajeno al crimen y que solo era un «delivery» que llevaba droga a una casa ubicada en el sector Los Frailes, Santo Domingo Este, en la que dijo se encontraba la víctima.

Aunque dieron con el paradero de la joven gracias a esa llamada, Peña Peguero reconoció la ayuda que le brindó un primer teniente de la Policía, quien se interesó en su caso el día que acudieron a poner la denuncia por la desaparición.

Sin embargo, el referido agente no le acompañó en las labores de rescate, debido a que el delivery advirtió que no les llevaría a la casa si notaba la presencia policial.

«Los agentes policiales solo se tomaron fotos con nosotros después, como si hubieran hecho el trabajo«, afirmó.

Operación clandestina

A través de una arriesgada operación casi clandestina, siguiendo instrucciones precisas del «delivery» para evitar levantar sospechas, Peña y su esposa se adentraron en territorio desconocido, enfrentando el riesgo de violencia armada.

«Yo le dije que no me importaba arriesgar mi vida, yo solo quería recuperar a mi hija», recuerda el señor con voz firme. Y así fue. Cuando llegaron a la casa, encontraron a la joven fuera de sí, incapaz de reconocer siquiera a su propia madre. Sin pensarlo, la montaron en el carro y huyeron del lugar.

Hoy, la adolescente se recupera en un hospital. Ha vuelto en sí, pero el dolor físico y emocional siguen siendo evidentes. Los médicos que la evaluaron informaron a sus familiares que presentaba deshidratación severa y laceraciones en la vagina y el ano.

Los padres, aún con rabia contenida, formalizaron la denuncia este sábado en la Unidad de Atención Integral a la Violencia de Género, en Santo Domingo Este, en busca de justicia.

«»La policía se tomó fotos con nosotros como si hubieran hecho el trabajo. Pero los que actuamos fuimos nosotros».» Kelcy Peña Domínguez Padrastro de la menor

Después de esa escena, los familiares no han tenido más contacto con las autoridades policiales.

“Nos dijeron que pusiéramos la denuncia. Ahora estamos aquí en la Fiscalía de la Puerto Rico, en Santo Domingo Este”, apuntó.

Mientras esperan que las autoridades ahora sí actúen contra los responsables, la familia sabe que esta batalla apenas comienza. La calle sigue siendo peligrosa. Y para demasiados niños, como su hija, la frontera entre la inocencia y el infierno puede ser tan delgada como una falsa amiga y una puerta entreabierta.

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